Panamá es una ciudad de grandes contrastes.
Por la calle pueden verse varios Audi Q7, Porsche Cayenne, BMW X5, Toyota FJ, etc. circulando junto a carros que les suenan los amortiguadores, les falta el parachoques delantero y media puerta. Una ciudad donde, siendo alrededor un millón de habitantes, debe haber al menos un millón de vehículos y los atascos son monumentales.
Tras la última entrada del blog, donde hablo de piscinas en edificios de más de veinte plantas con vistas al mar y paseos marítimos (o algo parecido), se puede pensar que la vida aquí es placentera y despreocupada. Puede que en algunas islas del país sea así, pero en la capital hay que andarse siempre con el ojo avizor.
La zona donde se encuentra la oficina y los alrededores se pueden considerar tranquilos. Sin embargo, a medida que uno se aleja del distrito financiero, puede encontrarse con una realidad totalmente distinta, como por ejemplo la que muestra el documental "One Dollar. El precio de la vida" (quien esté interesado, basta con buscar en Google 'one dollar panama'), donde se retratan los barrios más conflictivos.
Quizá estoy hablando de dos polos opuestos que se pueden encontrar en innumerables ciudades del mundo. Es difícil explicarlo si no se palpa cada día por la calle. Sólo quería aclarar que, como decía en la entrada anterior, no todo es de color de rosa en Panamá.
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Hace 5 años