Cuando durante más de un cuarto de siglo las fiestas navideñas que uno ha vivido se han caracterizado por el frío, ¿la nieve?, las luces en las calles, regalos, comidas y cenas con familia y amigos... resulta difícil hacerse a la idea de que todo eso está ocurriendo a miles de kilómetros de aquí, un año más, mientras yo me encuentro escribiendo estas líneas con el ventilador puesto para combatir los 28-30ºC de temperatura y una humedad que rondará el 85%.
Más allá del sentimiento religioso con el que cada cual vive estos días, parece innegable que en nuestra cultura son unas fechas en las que las familias se reúnen (para bien o para mal, que de todo hay en esta vida). Y aunque suene a tópico y a guión de película navideña de domingo a mediodía, en estas fechas un servidor echa especialmente de menos encontrarse en casa con los suyos... con todos vosotros.
Como tampoco soy yo de ponerme muy melancólico en público, he decidido que para intentar reducir la distancia que nos separa, podría contaros cómo se viven estas fechas en el istmo.
Lo primero que me llamó la atención fue lo pronto que empieza aquí el bombardeo consumista. Desde que llegué a Panamá, allá por los primeros días de octubre, ya estaban en los supermercados distintos adornos para los árboles, manteles con motivos navideños, etc. Bien es cierto que en noviembre hay una especie de tregua, ya que noviembre en Panamá es el mes de la patria y todos los esfuerzos se concentran en acumular por la calle el mayor número de emblemas nacionales (resultaba increíble ver bancos, restaurantes, peluquerías y todo tipo de locales luciendo los colores nacionales por doquier; así como numerosos vehículos portando en los lugares más insospechados la bandera panameña).
Al llegar diciembre todo ello ha sido sustituido por los adornos navideños: árboles y nacimientos son los más habituales, si bien pueden encontrarse decoraciones de diversa índole. Baste como ilustración la tripulación pirata que uno puede encontrar paseando por la Cinta Costera: ¡ojo al conejo pirata y sus secuaces!
Más allá del sentimiento religioso con el que cada cual vive estos días, parece innegable que en nuestra cultura son unas fechas en las que las familias se reúnen (para bien o para mal, que de todo hay en esta vida). Y aunque suene a tópico y a guión de película navideña de domingo a mediodía, en estas fechas un servidor echa especialmente de menos encontrarse en casa con los suyos... con todos vosotros.
Como tampoco soy yo de ponerme muy melancólico en público, he decidido que para intentar reducir la distancia que nos separa, podría contaros cómo se viven estas fechas en el istmo.
Lo primero que me llamó la atención fue lo pronto que empieza aquí el bombardeo consumista. Desde que llegué a Panamá, allá por los primeros días de octubre, ya estaban en los supermercados distintos adornos para los árboles, manteles con motivos navideños, etc. Bien es cierto que en noviembre hay una especie de tregua, ya que noviembre en Panamá es el mes de la patria y todos los esfuerzos se concentran en acumular por la calle el mayor número de emblemas nacionales (resultaba increíble ver bancos, restaurantes, peluquerías y todo tipo de locales luciendo los colores nacionales por doquier; así como numerosos vehículos portando en los lugares más insospechados la bandera panameña).
Al llegar diciembre todo ello ha sido sustituido por los adornos navideños: árboles y nacimientos son los más habituales, si bien pueden encontrarse decoraciones de diversa índole. Baste como ilustración la tripulación pirata que uno puede encontrar paseando por la Cinta Costera: ¡ojo al conejo pirata y sus secuaces!
Y es que no conviene olvidar que la historia de Panamá se ha visto salpicada por esos personajes que andan a medio caballo entre la historia y la leyenda: los piratas. Quizá el más relevante para el país haya sido Sir Henry Morgan. Este caballero, al parecer galés de nacimiento, vivió durante muchos años en Jamaica, desde donde organizó varias expediciones contra diferentes puertos del Caribe. Concretamente entre finales de 1670 y principios de 1671 tuvo lugar el viaje que culminó con el ataque y saqueo de la antigua ciudad de Panamá a manos de Morgan y sus hombres. Las ruinas de lo que quedó en pie tras el asalto es lo que se conoce hoy día como el Panamá Viejo.
Hoist the colours!
Ayer vi a papa noel con las pirámides de fondo. Aún estoy flipando, jaja...
ResponderEliminarPor cierto, Sir Francis Drake. Otro grande de Inglaterra... de casta le viene al galgo :P
Un abrazo!
¡¡FELIZ NAVIDAD!!
ResponderEliminareso lo primero de todo, y lo segundo y mas importante es que por aqui también te echamos mucho de menos en esas reuniones que tanto comentas y que tanto nos gustan... asi que desde la distancia te mando un fuerte abrazo.
...y también Besis
PD:cuidate y recuerda que ...We love You